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Descubriendo Kioto: ¿Qué lugares visitar?


 Cuando uno pregunta qué hay que hacer en Kyoto la respuesta parece ser siempre la misma: visitar templos.
Uno realmente no es consciente de cuántos hay ¡De verdad son muchos! Así que es bueno saber de antemano el recorrido que se quiere hacer... y sí, aunque en su mayoría son templos, también nos encargamos de descubrir las otras sorpresas que tiene la ciudad.
Nos alojamos en un hostal hermoso y muy bien situado llamado Kaede Hostel. Hablan inglés y dan gratis el desayuno (pan y té, pero desayuno), dos cosas que ayudan mucho. Y, obvio, el hostal queda frente a un templo. También tenían un calendario completo con las fechas de los festivales, y por esas cosas afortunadas llegamos para un conocido rito en el Fushimi Inari-taisha (sé que no les suena de nombre, pero estoy segura de que los arcos rojos los han visto en alguna foto).
Lo interesante de este templo, es que la montaña Inari es la "patrona" de los negociantes y cada uno de los torii o arcos ha sido donado por un hombre de negocios. Y no, no crean que es fácil sacar una foto solo con los arcos, miles de visitantes están recorriendo los caminos (especialmente en la época de vacaciones en la que fuimos) y hay que subir mucho para encontrar algunos segundos de soledad entre los arcos.
Varios camiones llegaron al templo llevando diferentes santuarios portátiles, cada uno de ellos era recibido por los sacerdotes y muchos de ellos iban acompañados por niños inquietos que corrían, con sus trajes ceremoniales, incluso a uno se le cayó el pantalón y como si fuera manga, andaba de un lado a otro mostrando su trasero limpio.
Pero déjenme decirles que, aunque la atracción principal de la ciudad son los templos, no por eso deja de tener otros encantos. En cualquier esquina se pueden encontrar un boyband cantando y con decenas de fans cantando a coro las canciones. Mi amiga y yo pensamos que estaban algo salidos de tono y desafinados, pero parece que tienen una manera muy particular de cantar.
Otra de las "cosas que debes hacer" en Kioto es ver Geishas, con todo y las restricciones que hay (y el respeto debido). Nosotras quisimos hacerlo y durante los días que estuvimos, dimos vueltas por Gion para ver alguna, sin ninguna suerte. Bueno, lo que sucedió es que fuimos en el "golden Weekend" y se supone que en estos días ellas no trabajan.
De cualquier manera, quienes tengan la oportunidad de ir, por favor no olviden que las geishas tienen un trabajo, como cualquier otro humano, y que su vida suele ser bastante compleja, están habituadas a ver muchos turistas fastidiosos buscando fotos o diciéndoles cosas. Inclusive las molestan cuando están en el
 SantuarioYakasa 
santuario (del que sí les dejo una foto).
Kinkakuji
Bueno, ya saben, si quieren mucho una fotografía, pídanla, y trátenlas como lo que son, mujeres con cualquier trabajo en el mundo (uno muy difícil).
Otro de los templos a los que se debe ir (como las cosas que deben hacerse antes de morir) es el Kinkakuji o Pabellón dorado. Fue una finca de descanso, y luego se transformó en un templo Zen, pero lo más curioso de él es que está recubierto de hojas de oro y todo el lugar es un descubrimiento. Sus jardines, el agua, las plantas, el hecho de que el recinto tenga guardadas reliquias del Buda y que lo corone un fénix. Uno se puede quedar contemplando el templo y difícilmente va a poder sentir que es realidad.
Y, siguiendo con el recorrido por templos, otro que merece mencionarse es el Ryoan-ji, patrimonio de la humanidad de la Unesco y está repleto de lo que se llaman "jardines secos" cuyo significado no fue explicado por sus creadores, y entonces le permite a uno ir a preguntárselo. Es un privilegio sentarse y ver las piedras organizadas en determinadas formas, las rocas gigantes y todas rodeadas por el santuario. La teoría más fuerte habla de un tigre cruzando un río.
Lo cierto es que el templo se llama "el dragón tranquilo y pacífico", y después de tener la oportunidad de hacerse un lugar entre los visitantes y sentarse a meditar alrededor de las piedras, definitivamente se comprende el nombre.
Otra vez voy a hacer una pequeña pausa de los templos para descubrir otro rincón de Kioto: el bosque de bambúes. Y además, si están planeando ir, les recomiendo alquilar una bicicleta para recorrer los alrededores.
50 variedades y algunos de hasta 20 metros, hombres corriendo con carritos, llevando turistas... todo tiene un esplendor único, y hasta aprendimos a detenernos y poner el oído en el bambú (como nos enseñó un japonés) para escuchar cómo corre el agua.
Muy cerca de allí se encuentra una reserva especial de monos, a la que no fuimos porque... bueno, eso de darles comida a los animales nunca me ha gustado mucho... es una libertad a medias, pero ese es otro tema. Lo que sí les digo es que, a pesar de estar tan lleno de gente que lo recorre, es más que posible encontrarle el encanto al lugar, asombrarse con tantas plantas y divertirse con las japonesas que van muy maquilladas y vestidas a tomarse fotos entre los caminos.

Para descansar de las caminatas. casi siempre nos quedábamos cerca del mercado Nishiki. Los colores, olores, los productos, las posibilidades, las opciones, ir comiendo llevado por la multitud siempre tiene un encanto particular.
Kioto, amigos, es un lugar repleto de turistas, y las rutas suelen estar muy acompañadas, pero es un lugar que vale la pena visitar. La gente es amable y las calles, siempre decoradas con los templos, son un remanso (inclusive con el tráfico y la gente que debe ir a su trabajo).
Espero les haya gustado el post, y por favor no olviden seguirme en Facebook para que no se pierdan de nada, y en Instagram.

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