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Guayaquil: La ciudad costera más rara

Buque Gloria
A Guayaquil llegamos en bus, a medio día, y para nuestra sorpresa nos recibió un terminal bastante moderno, ordenado y limpio y tengo que decir que nos sorprendió porque ustedes saben cómo son los terminales terrestres de la mayoría de ciudades latinoamericanas. En el interior es un centro comercial con plazoleta de comida, bancos, tiendas, etc.
Esta ciudad es la capital de la provincia de Guayas, y está a la orilla del río que recibe el mismo nombre de la provincia.
Una de las leyendas más conocidas del nombre de la ciudad, dice que recibió el nombre en unión del cacique Guayas y su esposa Quil, símbolos de la resistencia contra los españoles.
Salimos a tomar un taxi a un calor húmedo y pegajoso, y como nos ha sucedido en casi todo lado, nos cobró más de lo que nos habían dicho que debía cobrar, se enojó cuando tuvo que buscar la casa de mi amiga, porque, gracias al cielo, este fue un destino que tuvo anfitrión.
Después de años de no ver a Aura, nos recibió con un abrazo grande y la mirada curiosa de sus dos pequeñas hijas ("los amigos", nos dirían en los siguientes días)... más tarde también tendríamos la bienvenida de su esposo, quien no dudó salir cansado después de trabajar para darnos un paseo por su tierra.
En los siguientes días descansamos del trajín y disfrutamos del transporte, que más bien es frecuente y podría decirse que ordenado, además de económico. Si viajan tienen que tener en cuenta comprar la tarjeta de Metrovia y recargarla.
Esta ciudad, como dijo mi compañero, es una especie de Cali, una ciudad casi costera que no alcanzó al mar (muy me parece una descripción macondiana), es decir, unos costeños que no son costeños, que viven en un clima cálido y junto a un río, pero los guayaquileños tienen una característica particular; un carácter demasiado fuerte. Se es una costa con el estrés cachaco. La gente fría, tosca, con poca idea de trato al cliente, y obvio, nuestro origen y acento no ayudan ni un poquito. Como dije, fue una fortuna que nos recibiera una familia que poco tenía que ver con el estrés de la ciudad.
Y como de contrastes se trata, la Catedral Metropolitana muestra estas mismas características; un neoclásico que adopta los vitrales góticos, las columnas románicas y pequeñas características de otras corrientes, con un resultado bastante extraño, pero hermoso.
Monumento a Guayas y Quil
En todo este viaje he tenido sentimientos contradictorios sobre las muestras de religiosidad de Latinoamérica. Muchas veces me enojé mucho al ver ciudades con 10 o más iglesias (de esas tenemos muchas), y pensaba en el presupuesto que se requiere para mantener semejantes lugares. Pero una vez que entro entiendo muchas otras cosas, y es que, aunque hayan muchas contradicciones, ése es el pasado que llevamos a cuestas, nuestra historia, y en cada uno de estos lugares se puede ver la muestra de arte, las expresiones de un pueblo, de los artistas representándolos a todos. Y sí, con encargos, con peticiones específicas, con limitantes, pero también las obras nos hablan de técnicas, decisiones, colores, materiales y demás, así que no voy a seguir dando vueltas sobre la idea (a ver si no los aburrí ya, aunque debo confesar que sí me gustaría saber la opinión de otros sobre el tema)...  y voy a seguir hablando de la ciudad.

Bueno, el centro de la ciudad es hermoso y muy bien conservado, una de las cosas más interesantes de Ecuador es que la oferta cultural es amplia y que han tomado la decisión de dar entrada libre a los museos, y muchas veces hasta incluyen al guía.
Dentro de la ciudad también se encuentra un pequeño parque muy interesante llamado el Parque Seminario, más conocido como el parque de las iguanas, porque Guayaquil es una ciudad plagada de estos animales, pero por desconocimiento de la gente, mataban a los animales, o eran atacadas por otros animales... este tipo de cosas que suelen suceder con la fauna cuando las ciudades crecen. Por ello, la administración decidió adaptar el parque para que las iguanas tuvieran algo parecido a un hogar.
Encuentre la iguana
Aquí ellas tienen comida, la gente las consciente con lechuga, zanahoria y frutas, y se pueden ver varios tipos de tortugas y algunas palomas que están dispuestas a esperar una oportunidad para también comer.
Otro de los lugares que definitivamente hay que visitar es el malecón, un paseo largo en donde se puede recorrer el camino del río Guayas por 2.5 Kilómetros y es la recuperación del antiguo Malecón Simón Bolívar. El atardecer en este lugar es maravilloso, porque precisamente el sol se oculta en el río. Además, no hay que despreciar los arreboles coloreados por los atardeceres rojos y violetas.
Adicionalmente tuve el placer y el privilegio de toparme con el buque Gloria que andaba paseándose por estas aguas de Guayaquil por ese entonces y ahí viene toda esa cosa de la nostalgia por la tierra. Nostalgia que se me quita algunos días, cuando mi compañero cocina empanaditas colombianas, y las acompañamos con el ají que bien me enseñó a hacer mi mamá y del que no he escuchado la primera queja. Y lo menciono porque para nuestros anfitriones las empanadas les devolvieron las ganas de ir a Colombia (y lo hicieron un par de meses después).
Por último, y no quisiera olvidar, se encuentra la isla Santay, que se encuentra al final del malecón Santay, y está unida a Guayaquil por un puente peatonal y de bicicletas. Se recomienda hacer el paseo muy temprano en la mañana, pues el sol es bastante duro, y alquilan bicicletas para hacer el recorrido (a nosotros nos dijeron que estaban en mantenimiento y por lo tanto no podíamos alquilarlas, pero luego vimos otras personas con las bicicletas oficiales... no quiero pensar que el préstamo depende del acento, pero ahí me quedó la duda).
La isla es un refugio para indígenas que aún quieren mantenerse alejados en ecoaldeas, y sí, es posible rentar una cabaña para disfrutar de un sitio alejado de la civilización. La electricidad está dada por paneles solares y toda su composición busca ser amigable con el medio ambiente. 
En este mismo lugar tienen un refugio de cocodrilos, con dos machos y aproximadamente 8 hembras. También hay varias especies de aves e iguanas que habitan el lugar.
Emocionados y algo acalorados, volvimos en un servicio de lancha para evitar cruzar de nuevo el puente. Ahí tuvimos la amabilidad del lugar con un guayaquileño que gritaba "bájense rápido, de uno en uno", y repetía la expresión apurando la gente. ¡Qué ciudad cálida tan fría! Pensé, y ahora puedo decir que los conductores de bus de Bogotá no son los más estresados (tendrían que ver a los de Guayaquil pidiéndole a la gente que se vaya para atrás o que no marque el sensor a la entrada de la puerta, o la gente proponiendo un segundo piso para el bus... ay, familiaridades latinas.

Siendo pues, Guayaquil, el casi mar, nosotros estábamos ansiosos de ir al mar mar, y armándonos de una maleta más pequeña, abandonamos por unos días Guayaquil para visitar la costa pacifica y las playas de Ecuador... pero de eso les cuento la próxima semana.

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