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Ciudadana del mundo

La perspectiva de mi vida cambia mucho a medida de que uno crece (y luego se pone viejo). En principio, en los últimos años aprendí para qué sirven los zapatos. De pequeña rara vez me los ponía, y ahora mismo estoy sin ellos, pero para salir de la casa siempre busco los correctos. Hawaii me quitó los Converse y me puso sandalias, zapatos de hiking y los de playa (que además de cosas cuidan los corales por si uno es torpe). Viajar, conocer culturas, personas, leer nuevos libros y salir de la zona de confort va armando un nuevo mundo en la cabeza.
Mis miedos han cambiado, antes el quedarme sin trabajo, sin dinero, no pagar una cuota me abrumaban. Mis nuevos miedos son diferentes, tengo miedo de no alcanzar a vivir, a conocer, a leer, a
escribir. Los sentidos despertaron luego de abandonar mi trabajo, se afinaron. Es tal vez la razón por lo que la fotografía llegó a ayudarme a observar. En una sustentación de tesis, una gran amiga dijo que todos los sentidos solicitaban una reproducción de la acción para ubicar el recuerdo, todos excepto el de la vista, nuestra mente está llena de imágenes. Empecemos la historia...
Mi llegada a Hawaii tenía un presupuesto limitado, pero por estas cosas maravillosas que combinan el cariño de las personas y las casualidades, tuve la opción de trabajar para una finca cafetera.El trabajo es una cosa muy
ingenieril a la que no me voy a referir, pero lo que viví me enseñó. 
El dueño del negocio es un mexicano, un hombre humilde con una inventiva impresionante. No hay forma de que su mente no esté maquinando algo, es un inquieto intelectual. Con su inglés de acento marcado hace negocios a perfección sin tener miedo, ni sentirse inferior. Con su buena voluntad les da trabajo e inclusive un sitio dónde quedarse sin cobrarles. Las personas le responden de la manera en la que los humanos lo hacen, se aprovechan, pero la vida le permite tener un negocio que se mantiene a flote y más
proyectos. Nunca lo vi preocupado por los abusos que se cometen en su contra, ni frustrado, nunca lo escuché hablando con rencor. 
El sitio donde tuve que ir a trabajar era un cuarto pequeño, con escasa ventilación. Con tres personas ya se sentía lleno. Los días de paga eran un desfile continuo de mexicanos, gringos y de oriundos de islas cercanas a los que llaman "marshalies"(que tienen la entrada "gratis" a USA por los proyectos radioactivos que tiene este país en sus tierras), cada uno con sus rutinas de aseo (o sin ellas). Este es uno de esos lugares a los
que no es fácil verles el lado bueno.
Tampoco esto es muy difícil. Curiosamente la tierra que es más lava antigua que otra cosa, es perfecta para plantar casi cualquier cosa, la poca contaminación y la cultura de respeto a los animales hace que cada rincón de la Isla sea precioso.
La vida me cambió al permitirme conocer a los inmigrantes, a ponerme un poco en sus zapatos. "No te vayas", me dijo un mexicano que lleva gran parte de su vida ahí, a quien no le importa el título de ilegal y ya parece no importarle que lo devuelvan a su país (Estados Unidos se
hace el de la vista gorda con la mano de obra que no obtienen de locales). "Yo me devuelvo porque me hace falta mi esposa", escuché decir a otro que iba feliz de poder comprarle un vestido a ella, pero para quien el dinero no era suficiente. Otros más conocí que se devolvieron a su país después de haber hecho un capital respetable.
Miré mis zapatos a la hora de devolverme a Colombia, no estaba lista para buscar mis raíces en ese lugar. A Hawaii la llevo en lo que soy, pero por ahora mi hogar lo llevo a cuestas.Una muy buena amiga que vive hace años afuera, aclara que no es inmigrante sino ciudadana del mundo.

1 comentario:

  1. En alguna de las publicaciones anteriores pedías que quién se animara a decir algo lo dijera, fue por esa razón, o más bien, como excusa a esa razón que empecé a criticar tus columnas. Pues bien y haciendo gala de mi asidua impertinencia diré que lo que pensé eran relatos de viaje, hoy siento que son páginas de un diario, digamos de un diario de viaje -por su naturaleza intimista-. Usualmente este tipo de escritos quedan ocultos a la vista del fisgón y de salir a la luz lo hacen cuando su autor goza de reconocimiento, pasó a mejor vida o cuando por descuido lo perdió y fue a dar a otras manos que no son las suyas. Tu caso no predica con las anteriores suposiciones y más responde -opino- al medio del cual te sirves para plasmarlo: el blog. Es un medio público y por ello el maremagnum de tus sentimientos, creencias y experiencias queda como biringo ante los ojos críticos de tus lectores ¿Qué si esto es bueno o no tanto? no sé, de hecho creo que no se puede encasillar bajo estos escuálidos juicios de calidad, baste con decir que es. A ti de aprender en la escritura de los mismos, a ti de descubrir lo que estás buscando mediante este ejercicio de reflexión. En cuanto a tus humanas confesiones no puedo dejar de expresar que me conmueven y me alientan por la forma como entiendes que el movimiento moldea tu vida y la manera como, patas arriba -me refiero al sentido de transformación- asumes el cambio.

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