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10 cosas que siempre extrañaré de Japón (Parte II)

Como lo prometido es deuda y la semana pasada comencé el relato de la 10 cosas que extraño de Japón, aquí van las 5 que faltan, y las cuento con la esperanza de que conozcan un poquito más de este encantador país, de que se antojen de hacer su viaje y también, principalmente, que me acompañen en la travesía. 
Estas dos entradas pretenden hacer una introducción de mi viaje. Espero las disfruten y puedan acompañarme en los siguientes viajes. No olviden seguirme en Facebook, en Instagram y dejar sus comentarios
6. Las camas
Aunque siempre que estoy de viaje, llego lo suficientemente cansada como para dormir en cualquier lugar, debo decir que en los lugares de Japón donde se dormía de manera "tradicional" descansé como nunca. Me encantó la distribución normal de un cuarto. Como pueden ver en la foto, la distribución del cuarto tiene un pequeño comedor sobre esteras. Este mismo se va a reacomodar en la noche para poner la "cama".
La cama es una colchonetica muy delgada, y encima va el futón. Luego de eso van las sábanas y por último la colcha. Una forma de vida minimalista, bastante práctica y que me dejó antojada (ojalá encuentre una así en otro lado).

7. La tranquilidad
Evidentemente Japón tiene muchas ciudades y lugares con diferentes niveles de estrés, pero siempre hay chance de encontrar un sitio que transmita tranquilidad.
Los templos y los santuarios, que se encuentran mucho, son el lugar más común para hacerlo, pero en general los museos, el metro, los restaurantes (que no tengan mucho turista extranjero), los parques (que siempre están muy bien cuidados y que lastimosamente no tienen mucho chance para acostarse en el pasto) son muy tranquilos. 
Además la seguridad es algo que se da por sentado, así que poder caminar a cualquier hora por las calles, subirse al metro sin estar pendiente de los bolsillos o de la maleta, caminar relajados por la calle, es un plus que le vemos los que vivimos en Latinoamérica. 

8. Los baños
Sí, definitivamente tenía que incluirlos en las cosas que extraño. Los baños son una cosa espectacular, y como mucha gente me ha dicho, el lío debe ser que para los pobres japoneses cuando salen del país. 
La experiencia es completa, la mayoría de ellos están muy muy muy limpios. Si es público o está en un centro comercial, va a tener por dentro una sillita para asegurar a los bebés, va a tener donde poner y colgar las cosas que lleves. Muchos tienen un líquido desinfectante con toallitas, para
que se pueda limpiar, y también protectores de papel. 
Al sentarse pasan dos cosas, se nota que el bizcocho está tibio y empiezan a sonar pajaritos o fuentes (privacy, dice en muchos de los controles); es posible cambiar la temperatura y el sonido.
Por último es posible usar dos tipos de bidet, uno para mujeres, y otro para todos, o en términos más cercanos, la duchita para el uno y para el dos (no se preocupen el agua sale a temperatura perfecta). Por último, y para despejar las dudas de mucho, también hay papel, pero la idea es que sea complementario al proceso y se pone dentro de la taza, no en la basura (la basura es exclusivamente para las cosas que no se pueden poner en la taza). 

9. La ropa
Esta es una de las cosas más encantadoras por donde se le mire. Primero que nada hay que hablar de las Yukatas y Kimonos. Para los japoneses son las prendas elegantes por excelencia, los usan para ocasiones especiales, para cuando quieren verse muy formales o para tomarse fotos (esto es algo que hacen mucho, vestirse y maquillarse de manera muy bonita para ir a algún lugar y tomarse fotos (incluso si eso implica subir montañas en tacones). 
La moda en Japón, sobre todo en ciertas zonas de Tokyo, es un espectáculo. Lo más importante de todo es que a nadie le interesa mucho cómo va vestido el otro. Es muy común ver a las mujeres con pantalones muy anchos y de tiro largo (hasta compré uno de esos), tacones con media tobillera y pantalones salta charco, como también mujeres disfrazadas de algún anime, o demasiado maquilladas. 

10. Las rarezas
Hablar de rarezas en Japón podría tomarme muchas entradas, pero lo que quiero resaltar es que es imposible no estar sorprendido todo el tiempo. En Akihabara es muy común ver mujeres por todo lado vestidas de algo y repartiendo volantes, pero ¿qué ofrecen? No es una sola cosa. Algunas promocionan algún café donde las mujeres están vestidas de muñecas. Otras promocionan sitios de maquillaje donde te visten como alguna de las princesas de Disney, por ejemplo. 
Ver budistas en pantaloncillos en la calle, ancianas vestidas y peinadas a modo punk, letreros públicos de damas de compañía, piscinas hechas con vino, venados que se te acercan a pedir comida, cangrejos gigantes en la pared de un restaurante, un público inmenso para las tiendas de máquinas para atrapar muñecos, pescado cubierto de chocolate, bosques de bambú, trenes de velocidades increíbles, templos de oro, robots que atienden tiendas. Pero lo más raro es la amabilidad de la gente, la confianza en otro. Eso lo hemos venido perdiendo entre tanto afán y miedo.




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