
Por un lado es el comienzo de la aventura, la sensación continua de no saber exactamente a dónde se va a llegar ni qué se va a ver (por más de que se planeen las cosas siempre está el excitante factor de la novedad).

Preparada para un viaje de 11 horas, nos costó casi 14 llegar a nuestro destino; trancones (ese día se levantó el paro camionero), varadas (3 en total y una de ellas en zona peligrosa que exigió la compañía de la policía), algunas paradas de los buses... pero por fin llegamos a la capital de Cauca por primera vez.
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Comida de Popayán |
Por esos días hubo otras mamá y hermana prestadas como para remojar un poquito la nostalgia. Cuidados, comidas, paseos turísticos. Nos mostraron la ciudad y de paso conocimos cómo se vive en ella, al interior de una casa (qué experiencia maravillosa).
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Arte callejero |

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Puente el Humilladero |
Y ya que nos metimos con historia, cabe mencionar que Popayán es una ciudad con una carga histórica y política muuuy grande para Colombia, el mayor porcentaje de presidentes de la nación fue nacido allí, y también estuvo varias veces opcionada a ser la capital de Colombia.

Y, como cualquier pueblo colombiano, Popayán está lleno de inscripciones de por aquí pasó el Libertador, por allí escupió, por allá durmió. Eso sí, apenas merece una media mención.
Además de la carga histórica, Popayán es conocida por su religiosidad. Más de 12 iglesias (y las 12 son las clásicas y conocidas, neoclásicas, barrocas, clásicas, góticas, de arte morisco...) salen cada semana santa con su procesión. Me queda en el tintero la pregunta de si se cruzarán en el camino (aunque creo que cada cual tiene su ruta y su horario, pero me queda tela pa cuento, imaginarme si en un encuentro se cruzan y resultan en un lado dos Magdalenas, y en el otro dos malos ladrones). Bueno, ojo que vale mucho la pena recorrer las iglesias, cada una es un museo muy diferente, pero con los mismos piadosos orando (eso siempre me parecerá lindo).
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La Ermita |
Resulta que cuando los Jesuitas fueron expulsados, se limpiaron los zapatos y dejaron una maldición que decía que la cruz se caería cuando la hora de la ciudad hubiera llegado. En aquel terremoto de 1983 la cruz se partió hacia un lado, el mismo lado de la ciudad que fue destruido por el fenómeno sísmico: esa es la leyenda.

¿El clima? Templadito, muy cómodo. Repleto de museos y además resulta ser la ciudad natal de Negret, cuyo hijo vimos, por casualidades de la vida, sentado en la plaza (y sí se parece, y gracias a nuestra espectacular guía pudimos reconocerlo).
Nuestra parada en el Cauca también nos dejó probar juguito de caña (que mi familia bien sabe que adoro), y disfrutar de los atardeceres desde el campo abierto.
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Negret en domingo |
Si tienen preguntas de la ciudad, por favor no duden en hacérmelas llegar.
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